
Hoy quiero recuperar un bonito libro que me trae grandes recuerdos de la infancia. De paso me gustaría agradecer a la editorial
SM y su colección
Barco de Vapor, que en su día y gracias a libros tan geniales como éste, sembraran en mi persona el gusto y la pasión por la lectura, uno de los hobbies que más satisfacciones me produce.
El libro, como habréis podido leer en el título de la entrada, no es otro que
"Fray Perico y su borrico", del siempre genial
Juan Muñoz Martín.
Cuando era pequeño, en mi colegio había una modesta biblioteca donde los escolares podíamos sacar libros para su lectura. Era una colección pequeña pero genial. Había muchos títulos de Barco de Vapor, de Alfaguara o de aquella colección tan interesante como era "Elige tu propia aventura".
Ni que decir tiene, que "Fray Perico y su borrico" era una de las joyas de la corona. Todo el mundo quería leerlo, había hasta tortas por el libro e incluso la gente lo leía y releía sin parar. ¿Que tenía de especial?. Pues no lo sé. Quizás el estilo, la historia que contaba o los personajes. El caso es que a todos no encantaba este libro. Había otros títulos geniales, dentro de esta colección, de los que algun día hablaré como "Abuelita Opalina", "Ingo y Drago", "Jeruso quiere ser gente", "Los mifenses", "Un solo de claritene", o incluso "El Pirata Garrapata", de este mismo autor, así como un largísimo etcétera.
Cada vez que recuerdo estos libros de mi infancia, que prendieron en mi la llama del gusto por la lectura, no puedo más que sonreir y mirar atrás con cierta melancolía.
Aunque prefiero pensar que lo mejor por leer está por llegar, estos títulos siempre estarán en mi corazón.
El libro fue escrito allá por el año 79 y nos cuenta la vida en un convento cercano a la bonita ciudad de Salamanca, dedicado a San Francisco, donde 20 frailes conviven en paz y armonía.
En el convento estaban, entre otros, Fray Nicanor, el superior; Fray Procopio, el del telescopio; Fray Cucufate, el del chocolate; Fray Mamerto el del huerto; Fray Olegario el bibliotecario; Fray Balandrán, el sacristán; Fray Bautista el organista; Fray Pirulero el cocinero y por supuesto Fray Perico.
Fray Perico es un personaje tierno, bondadoso, un tanto orondo que un buen día aparece en el convento con la intención de ser fraile junto a los demás. Además tiene una particularidad que pronto quedará patente y es que puede hablar con la estatua de San Francisco que hay en el monasterio.
La vida en el convento era sobria, monótona y seria hasta que llega Fray Perico, que con su bondad y alegría poco a poco irá cambiando las cosas. El mensaje principal es claro: hay que hacer las cosas que hay que hacer, sí, pero sin olvidarnos de la alegría, de la ilusión, de la bondad ni de los demás. El mensaje es sencillo y extrapolable a las personas ¿adultas?, como nosotros. Aunque es dificil aplicarlo a nuestro día a día. En fin, al menos no hay que dejar de intentarlo.
Otro de los mensajes más interesantes del libro es el que nos llega del propio santo, el cual no entiende por qué los frailes se afanan en dedicar su vida a alabar a una imagen, en rezar a una persona muerta, cuando lo que en realidad deberían hacer es vivir y seguir su propio camino en vez de tratar de seguir el de otra persona.
Para el santo, la llegada de Fray Perico es una bendición, por que aparte de entretenerle, va a permitir que los frailes "despierten" de su letargo y empiecen a vivir de una manera más intensa, que trabajen para vivir, pero que no vivan para trabajar.
Si no tuvisteis la oportunidad de leer este libro, hacedlo. Es cortito, sencillo y entrañable. Sé que posteriormenete el autor ha ido publicando otros libros con Fray Perico como protagonista, pero qué queréis que os diga, como éste, ninguno.
¡Disfrutadlo!